
Existen varias versiones sobre el origen del término. Empero, más allá de las especulaciones sobre el vocablo, la existencia de un molusco típico del Caribe, conocido como cigua, es de hecho relacionada con la enfermedad. Aunque la palabra es usada para describir la intoxicación desde el siglo XVI, incluso antes de Cristo ya se hacía mención a tal envenenamiento. En el clásico de la literatura, La Odisea de Homero, se hace referencia a la intoxicación por pescado. Existen registros del año 600 A.C., que aseguran una epidemia por intoxicación marina en China, hasta el capitán de navío James Cook llegó a reportar enfermedad por ingesta de pescado.
Pero no fue hasta 1989 cuando se descubre y describe la ciguatoxina, Gamberdiscus toxicus, una neurotoxina proveniente de microorganismos conocidos como dinoflagelados (organismos planctónicos) que se bioacumulan, a través de la cadena trófica, en la piel, músculos y órganos internos (hígado, huevas, gónadas, cerebro, etc.) de los peces, especialmente aquellos que habitan o están asociados a los arrecifes de coral, tanto permanentes como ocasionales. Los dinoflagelados son consumidos por peces herbívoros, a su vez consumidos por los carnívoros; y estos últimos, por el hombre, peces como los meros, pargos, jureles, cojinúas, dorados, loros, lebranches, picúas barracudas, entre otros, están vinculados con la ciguatera, explica el ictiólogo y coautor del libro: Animales venenosos y ponzoñosos de Venezuela, Antonio Machado.
Toxina termoestable
Una de las características de la ciguatoxina es su capacidad para sobrevivir a altas temperaturas. “No importa si se fríe o cuece, si el pescado está intoxicado se contraerá la enfermedad, de manera que no resulta profiláctico cocinarlo”, afirma el médico infectólogo Pedro Escalona. Los primeros síntomas, luego de comer el pescado contaminado, son los típicos de una intoxicación digestiva: vómito y diarrea, luego aparecen los síntomas neurológicos, ya que la toxina se aloja en el sistema nervioso central: hormigueo y adormecimiento de la boca, lengua, manos y pies; ardor en el cuerpo, dolor de cabeza, dificultad para la marcha, dolor agudo al orinar, insomnio, prurito corporal, intolerancia a la temperatura, “se confunden las sensaciones térmicas de frío y calor, lo frío quema y lo caliente no se percibe”, comenta el internista. En casos extremos y pocos frecuentes se presenta disminución del pulso, bradicardia, y “muy rara vez, pero sí sucede, ha habido casos de muerte por parálisis respiratoria”, asegura el médico.
“La potencia e intoxicación de la enfermedad, así como la desintoxicación, va a depender en gran medida de la capacidad de defensa del organismo de cada persona, y de la cantidad de pescado ingerido. Los niños, por ejemplo, suelen ser más resistentes a la neurotoxina”, asegura el doctor. El médico agrega, además, que la toxina se transmite a través de la lactancia, por lo que se debe suspender en caso de intoxicación. Por otro lado, comenta, que pudiera haber un riesgo de contagio a través del contacto sexual. “La toxina se expulsa por medio de las secreciones humanas, como el sudor y la orina, por lo que se infiere que el intercambio de fluidos durante el sexo pudiera transmitir la intoxicación”.
En cuanto al tratamiento, Escalona explica que el uso del carbono activado, muy usado en el pasado, ya no ha resultado tan efectivo, por lo que en la actualidad se suministra manitol endovenoso al 20%, (diurético y vasodilatador renal) para casos de intoxicación aguda. “Si la sintomatología se hace crónica, se debe usar sedante, antialérgico y recientemente se ha obtenido buenos resultados con la amitriptilina, empleada como antidepresivo, y el gabapentin, recetado para neuropatías, ambos medicamentos han resultado bastante efectivos en el alivio y disminución de los síntomas”, concluye el especialista.
Marea roja: hogar de la ciguatera
El ictiólogo Antonio Machado explica que durante los meses de febrero y mayo el cambio en la temperatura del agua o el afloramiento de nutrientes -que se generan debido a tormentas o descarga masiva de los ríos al mar- sirve de alimento a las algas, hogar de la ciguatoxina. “Estas masas de algas son identificadas como ‘mareas rojas’ debido a su color característico. Por el oleaje se recuestan en los litorales llanos (playas y complejos arrecifales) y se produce la ingesta por parte de las especies de peces”, aumentando la probabilidad de intoxicación por ciguatera. ¿Está la salud de los corales relacionada con la aparición de estos dinoflagelados tóxicos? La ecóloga marina, Estrella Villamizar, no está tan segura, “es posible que en ocasiones la relación directa entre la abundancia de dinoflagelados y la salud de los corales exista, sin embargo, no necesariamente la primera es la causa de la pérdida o muerte de los corales. Los dinoflagelados pueden formar parte de los organismos que viven en la columna de agua o vivir en simbiosis con invertebrados marinos típicos de nuestros mares. El mejor ejemplo es la simbiosis que forma con los propios corales, donde el coral, como la zooxatela, se ve beneficiado. También se ha evidenciado auge de dinoflagelados en ambientes donde ha habido una mortalidad importante de corales, u otros invertebrados característicos de los ambientes arrecifales”, explica la científica.
El peso importa
Si al probar el hígado del pescado el sabor es dulzón, el pez está ciguato. Si pierde las escamas con mucha facilidad, la carne está muy blanda o pone poca resistencia a la pesca, es también un indicativo de que el animal está enfermo. Así rezan algunas de las creencias costeras que los pescadores ponen en práctica para identificar a un pez con ciguatoxina. Sin embargo, Escalona y Machado coinciden en que no hay manera de saber si un pez está o no contaminado con ciguatera. “Solo hay una referencia indirecta debido a la aparición de la marea roja”, comenta Machado. Además, según el parecer del ictiólogo, el asunto es aún más difícil de prevenir porque “por lo general la ciguatera aparece en los meses cuando la gente ingiere más pescado: Carnaval y Semana Santa”. Desafortunadamente no existe estudio de marcaje de zonas donde conste la proliferación de ciguatoxina. Por su parte, Escalona asevera que hay estudios que establecen una relación entre el peso del pez consumido y la ciguatera. Por lo que está descrito que peces a partir de los siete kilos presentan mayor probabilidad de estar contaminados, “lo que no quiere decir que todos los peces con dicho peso o mayor a éste lo estén”, aclara el médico.
Diagnóstico clínico poco conocido
A pesar de que Venezuela tiene una amplia costa y, por ende, una sólida costumbre pesquera, la intoxicación por ciguatera es apenas identificada entre los galenos. Aunque no hay estadísticas conocidas, según asegura el doctor Escalona, los casos que se han descrito en Venezuela provienen de Oriente, gracias a los registros realizados por el médico internista Freddy Pereira. “En lo que va de año, en Carabobo, se han diagnosticado cinco casos provenientes de Puerto Cabello”, certifica el doctor Escalona. Salvo contados especialistas, son escasos los médicos criollos que conocen el diagnóstico clínico de la ciguatera, “se suele confundir los síntomas con otras patologías”. Escalona atribuye la causa de tal desconocimiento a que “la intoxicación por ciguatoxina no ha sido bien descrita en las carreras de medicina”. Para el internista e infectólogo, el problema radica en que el diagnóstico es clínico, es decir, no hay un examen de laboratorio que certifique la presencia de la toxina. Por tal motivo, continúa el especialista, es importante que los médicos conozcan la sintomatología de esta enfermedad. “Los médicos, especialmente los que trabajamos en el Caribe, debemos tener presente que frente a síntomas neurológicos inespecíficos, posteriores a problemas digestivos, procuremos siempre chequear si ha habido ingesta reciente de cualquier clase de pescado”.